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jueves, 28 de mayo de 2015

Ocho apellidos navarros







Parece ser que a la tercera fue la vencida. Porque tras las elecciones autonómicas y municipales celebradas el pasado domingo, UPN, partido de régimen, será al fin desalojado de decenas de Ayuntamientos-Pamplona, Burlada, Tafalla, Peralta, Olite, Tudela, Barañáin, Zizur, Corella o Estella- y del Gobierno de Navarra. 

Las fuerzas del cambio, que ya no cuentan entre sus filas a un PSN dócil, traidor e irrelevante, sumaron los ansiados veintiséis escaños que posibilitarán el desahucio de la casta navarra, que sumó 20.000 apoyos menos que hace cuatro años. Por contra, las fuerzas abertzales superaron los cien mil apoyos, y vislumbran la gobernabilidad de la mano de fuerzas progresistas como Podemos o Izquierda-Ezkerra. 

Al fin parece que UPN no encabezará una infame campaña mediática de presión antidemocrática contra las fuerzas que lo echarán del poder, aunque con Diario de Navarra, periódico afín al oligopolio pamplonés, nunca se sabe. ¿Pretenderá la derecha gobernar tras haber alcanzado por las justas el 30% del voto y tan solo 17 escaños de 50?-sumando las fuerzas del folclórico UPN y el marginal PP navarro-. Parece ser que está vez no, ya que algunos bastante tendrán con evitar problemas en un futuro cercano. 

Yolanda Barcina, que sabe mucho de nazis, intentó encabezar una rebelión con la complicidad de la TVE de Rajoy, rescatando una vez más la pinza mediática madrileño-navarra. Pero ni por esas, porque la todavía presidenta se pasó de frenada con el monólogo del miedo y no le ha servido ni para reclutar cómplices en sus exiguas filas. 

Por suerte esta vez, y tras dos estériles intentonas de un cambio torpedeado-avalado hasta en dos legislaturas por una mayoría progresista en el Parlamento foral-, UPN está fuera de juego. Y a nadie le extraña, ya que el eterno discurso de la gestión, la estabilidad, la ética y la ETA se esfumó por el desagüe. Solo le llegó vivo a la campaña el discurso vascófobo y frentista, que intenta dividir Navarra en dos. Pero ni por esas, ya que la muleta socialista cosechó los peores resultados de su historia y a los Ciudadanos, crítico con Fueros, se faltaron unas décimas tras destaparse en un medio conservador-¿fuego amigo?- cómo funcionaba el rancho de Diego Paños. 

Hay mil razones para que la ciudadanía cívica abra una buena botella de champán-o de pacharán, si se prefiere- para celebrar el desalojo de UPN; un partido que impulsó el saqueo de Caja Navarra-descargar El Banquete, libro donde se explica qué, quién, cuándo, dónde, por qué y cómo se hundió la CAN-, hecho que nos ha dejado sin el principal instrumento financiero de la Comunidad. Un partido que ha impulsado varias obras faraónicas que han supuesto un derroche presupuestario sin límites. Un partido que ha recortado sin escrúpulos partidas en sanidad, educación o dependencia, protagonizando los recortes sociales más graves de la historia de Navarra.  Un partido que ha encabezado una campaña de vascofobia mediática, negando licencias a medios que emitían en euskera o imposibilitando por odio la captación de ETB, entregando a su vez subvenciones a medios sectarios que tutela un ex convicto. Un partido que ha liderado una auténtica persecución contra el euskera. Un partido que ha invertido poco y mal en una zona con problemas como La Ribera, por mucho que se hablase con ironía del "Clan de los corellanos". O un partido que ha facilitado el robo descarado de inmuebles por parte de la Iglesia-ver Salvados sobre el tema- o que ha forzado a Hacienda a perdonarle impuestos a sus amigos del Opus

El partido en cuestión, UPN, intenta utilizar su última bala, diciendo que sin ellos habrá inestabilidad en Navarra. ¿Inestabili...qué? Inestabilidad es lo que ha habido estos últimos cuatro años con un Gobierno articulado por la fuerza y contra el sentir de los navarros, que ha acabado con una Barcina asfixiada en minoría y con un Ayuntamiento de Pamplona incapaz de sacar adelante unos presupuestos. Pero claro, en un partido desacreditado como UPN la autocrítica no se lleva y siguen expidiendo carnés de demócratas, ¡faltaría más!. Nada extraña que nazca de una monstruosidad creada tras la Transición de la mano de la oligarquía navarra, que puso la puntilla al supuesto "navarrismo conservador", ese que vendió con pleitesía Navarra a Madrid a cambio de unas migajas y de una ridícula protección ante "el bárbaro del norte". Pero claro, ¿qué pretendemos que fundasen unos pájaros que gozaban del confort del franquismo? Es por "los navarros de verdad" por lo que hemos sufrido, en la Navarra de perfil bajo de los últimos años, un casticismo mediocre lleno de neoconservadores, que han acabado de convertir a UPN en un partido carente de escrúpulos y de dignidad. Al menos ya no piden en UPN la partida de "ocho apellidos navarros", ya que dentro del navarrismo impostado se encuentran algunos "chorizos de Navarra" acompañados por charcutería de varias provincias.



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