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jueves, 31 de marzo de 2016

La amenaza invisible que se cierne sobre Fitero







A la derecha navarra tras ser desalojada del poder entre casos de corrupción y desfalcos le interesa desviar el tiro con debates estériles en los que demuestra la vascofobia que llevan arrastrando ochenta años, tiempo en el que los antecesores de UPN decidieron que lo vasco, que históricamente es sinónimo de lo navarro, era pecado y por lo tanto había que barrer el euskera de la Comunidad Foral, amén de toda la cultura propia que se han apropiado nuestros vecinos del norte, un nacionalismo vasco que sin embargo, pese al griterío ensordecedor que promueve el subvencionado Diario de Navarra, no está pilotando mal nuestro Gobierno de Navarra, más pendiente en limpiar de corrupción y de revertir los recortes sociales de los últimos años.

En Fitero, la gran tarea pendiente es la de la despoblación. Para ilustrar el tema es interesante ver La amenaza del silencio, emitido hace unas semanas por TVE. Este documental, que incide en la desaparición práctica de novecientos pueblos en los últimos quince años, enfoca el tiro en los problemas demográficos de nuestros vecinos aragoneses de las Cinco Villas. Aun así en esta zona siguen lejos de la gravísima crisis del último medio siglo que sufre la provincia de Soria, de cuyas despobladas Tierras Altas se ocupa el libro Historias de la Alcarama, de Abel Hernández.

La Ribera de Navarra no es ajena a esta problemática que se agrava con las inexistentes políticas estatales sobre la repoblación, hueco que intentarán ocupar entre otros los miembros de la Asociación VertEbro, a cuya reunión fundacional acudieron representantes de Ágreda, San Pedro Manrique, Cervera del Río Alhama, Tarazona, Cintruénigo, Ólvega, Herce, Arnedillo, Tulebras, Calcena, Cornago, Vozmediano, Dévanos, Valdegena, Hinojosa del Campo, Fuentes de Magaña, Villar del Río, Las Aldehuelas, Magaña, Muro de Ágreda, Añavieja, Vera de Moncayo, Borobia, Noviercas, Yanguas, Trevago, Matalebreras y Montenegro de Ágreda.

¿Y Fitero? Desconocemos cuáles están siendo las medidas utilizadas por los últimos años en nuestra villa, que curiosamente es la localidad ribera que presenta una mayor caída demográfica en el último siglo. ¿Por qué nos hemos hundido? Habría que se obsceno para circunscribir la cantidad de problemas que ha sufrido nuestra localidad a las siglas de UPN, pero está claro que este verano la derecha navarrista y españolista cumplirá ochenta años de poder ininterrumpido en nuestra localidad, por lo cual habría que preguntarse si a Fitero la ha hundido Zapatero, Podemos o Bildu, tal y como parecen preconizar algunos meapilas con su odio, o han sido los propios fiteranos por acción u omisión.

Cada cual tiene su teoría respecto al hundimiento demográfico de un pueblo que arrancó el siglo pasado por encima de los 3.500 habitantes y que hoy ronda los 1.500 sin el dopping de la inmigración o los forasteros censados por tradición. Yo daré la mía:

1- El tren: Casi medio siglo esperaron pacientemente nuestros antepasados la llegada del tren, que sin embargo llegó tarde y a desmano (lejano al primer proyecto ferroviario que llegaba al Balneario). De hecho, la llegada del tren nos vino peor que mal, ya que Fitero dejó de ser un lugar de paso para el comercio y se encerró en sí mismo hasta tal extremo que la autarquía, sistema económico impuesto en las primeras décadas del franquismo, se ha convertido en habitual hasta nuestros días.

2- El pan: El trabajo escasea en Fitero "desde siempre", según señala un senior fiterano al que no le alcanza la memoria para recordar una etapa próspera en la villa (a exceptuar el boom que supuso la llegada de TENA, que indirectamente convirtió a Fitero en un pueblo de funcionarios, con escasos hijos y con una tasa de inversión cercana a cero).

3- El hundimiento: En los noventa se hundió definitvamente el alabastro, en los dos mil cerró Nueva Navarra, y en el siglo XXI las perspectivas no pueden ser más preocupantes. Y es que el polígono industrial; lastrado por esa maldita carretera y con tantos problemas de suministros para que nuevas empresas se instalen; no solo ayudó a aumentar nuestra deuda, sino que apenas ha servido, pese a ejemplos tan luminosos como Rótulos Valentín, a mejorar nuestra tasa de paro, una de las más altas de Navarra a día de hoy.

4- La política: No todos los alcaldes han tenido falta de altura de miras a la hora de encarar los problemas que han sufrido Fitero, pero sin embargo alguno de los que ha salido a hombros no solucionó ni uno solo de los problemas que arrastraba la localidad hasta su llegada. También sería interesante hacer una comparativa de inversiones entre el Gobierno navarro socialista de los ochenta y la dejadez insensible del franquismo, que quizás vio en Fitero un Rocío folclórico más que un pueblo que necesitaba ayuda, o los Gobiernos de Sanz y Barcina en el último cuarto de siglo, que pasaron de Fitero y estuvieron pendientes de parchear ese Monasterio del que hemos perdido la propiedad, ya que fue inmatriculado hace unos años por el Arzobispado, por lo cual hoy en día los fiteranos tenemos incluso que pedir permiso para entrar (hasta hace unos años pertenecía a todos nosotros, es decir, al Estado, que es el que ha sufragado sus obras desde tiempos antedeluvianos).

Las perspectivas que barrunta Fitero son desalentadoras. Y es que en tres años no solo perderemos un alto porcentaje de nuestro presupuesto, que no solo nos obligará a recortar la partida fiestas por obligación, sino que la plantilla municipal del Ayuntamiento podría verse afectada (¿Se va a convocar de verdad el concurso para encontrar un nuevo empleado municipal?). También dejaremos de contar con dos concejales y pronto podríamos ver menguar nuestros servicios (¿Colegio?). Por lo tanto nos encontramos ante un problema de gran magnitud, agravado por el inmovilismo de un equipo de Gobierno que no sabemos si no es consciente de la lacra que asola Fitero, pero parece ser que algunos están más pendientes en untar ajo a las tostadas, caladero de votos indispensable y arma mucho más eficaz que las ideas en una localidad que tendrá una muerte dulce, muchos enmohecidos billetes de pesetas en el banco, pero que morirá por voluntad propia. El suicidio es una decisión de cobardes que toman los valientes. Olé por ellos.

PD: Por cierto, hay voces que señalan que Fitero y otros pueblos similares están ya condenados: quizás sería mejor resignarse, disimular, hacer como que todo va bien y no apagar la música. Quizás algunos nos convertiríamos en modélicos y cobardes vecinos, que es lo más cómodo para todos. No parece mala idea, pero la vida, queridos, solo se vive una vez (pese a las jugosas promesas que las distintas religiones nos ofertan). Por eso es mejor vivirla intensamente, ser valiente y no conformarse con ser un vulgar funcionario de la vida, oficio recomendadísimo por todas las abuelas del mundo mundial y extendidísmo por todos los puntos del planeta tierra.