Sucedió lo que se preveÃa; se retiraron Rábade y Salanueva; perdió Catalán, presentado a última hora a instancia de Sanz por si colaba; y ganó Esparza, el candidato oficialista. UPN sale de este periodo peor que nunca; con una cúpula divida, con unas bases traicionadas tras comprobar como se les hurtaba su derecho a votar, y con unas juventudes al borde del KO, ya sin ninguna sintonÃa con los actuales dirigentes después de la carta incendiaria de Sayas y compañÃa contra Igea.
Las previsiones de voto no pueden ser más nefastas, tras cuatro legislaturas consecutivas donde ha imperado el sectarismo, la corrupción y la nefasta gestión. Ahora toca remar, intentando aunar a la derecha en torno a un candidato con poco tirón como Esparza, y con el único discurso que les queda en vigor, que no es ETA, que tampoco es la gestión, y que sà que es el grito del "¡qué vienen los vascos!".
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