Corre el rumor por Madrid que dice que Podemos ya es la primera fuerza en intención de voto directo según el CIS. A nadie le extraña esta situación y a nadie le extrañará cuando ganen, porque tiene toda la pinta, gracias sobre todo al propicio escenario que les está dibujando el decadente bipartidismo cleptocrático.
El encanto de Podemos, que dará el golpe en la mesa que los ciudadanos llevamos años esperando, es que ha conectado con una sociedad desencantada y estafada por los de siempre, prometiendo principalmente que higienizará el apestoso clima que sufrimos.
Porque no nos engañemos. Hasta ahora la democracia se ha parecido más a una estafa permanente al ciudadano que lo que dicen los manuales de lo que es una democracia plena. Sobre todo porque los listos que ascendieron a la élite, algunos eso sí sin pedigrí, han mantenido por interés el sistema corrupto franquista de la obra bajo manga y del contrato al amiguete. Los partidos políticos que han capitalizado el voto en estos últimos cuarenta años anularon la separación de poderes y domesticaron con dádivas a los molestos medios de comunicación, todo ello con la intención de convertirse en una casta privilegiada, que todo lo controla y todo lo domina, con las puertas giratorias como pensión de prejubilación.
Lo mejor que ha conseguido Podemos es que por primera vez el poderoso está inquieto. Cuando nos referimos al poderoso es a la oligarquía económica, ésa que repite apellidos de la etapa dictatorial. Esa oligarquía corrupta que consigue contratos inflando precios y dando sobres bajo manga. Esa oligarquía que engulle las privatizadas empresas públicas, que tanto dinero y tantos años ha costado sacar adelante.
Por eso dice Iglesias que levantará alfombras con el símbolo del dolar. Y por eso el politólogo no quiere caer en el juego de la chusma dominante. El juego de la derecha y la izquierda, que es con el juego con el que han mantenido el PP y el PSOE distraído al personal durante las últimas cuatro décadas. Un juego de odio mutuo ante las cámaras, antes de irse a comer juntos para hablar de sus trinques. Por eso a muchos progresistas les cae a bocajarro una de las primeras frases que suele soltar Podemos en cada uno de sus mítines; "no somos ni de izquierdas ni de derechas". Está claro, por programa y por los líderes del partido, lo que son. Pero se niegan a jugar en esa polarización, que logra que se vote más con el corazón que con la cabeza. Ese corazón que hará que muchos estafados de las preferentes voten al PP solo por odio a la izquierda, y eso lo quiere evitar Iglesias. Lo quiere hacer para evitar éso es adquirir un mensaje integrador; "aquí cabemos todos". Tanto colectivos sociales como militares. Tanto jesuitas como abertzales. Es decir, que "nosotros somos ciudadanos y ellos son una casta despreciable con la que hay que acabar", parecen decir. Seguramente algunos groupies iniciales de la formación estarán molestos porque no se autodefinan como "izquierda, izquierda", pero hay que comprender que Podemos es un partido de laboratorio, cosa que no tiene nada de malo. Y por eso Iglesias dice que quiere marcar agenda y no que se la marquen. Por eso se abstiene sobre la independencia de Catalunya. ¿Electoralismo? Claro que sí. ¿Ambigüedad calculada? También. Y es comprensible, porque Iglesias nació de la nada. Bueno sí, de una tertulia marginal de la TDT Party. Pero tenía éso y poco más. Por eso sabe que la única manera de acabar con el sistema es aprovechar las facilidades democráticas del mismo. Y conjugar esas facilidades con un mensaje integrador con el que no espantar a las viejas, pudiera ser la receta del éxito. Y sabe que esas viejas se espantarán si le sale un alcalde "batasuno" en Hernani o un sujeto de extrema derecha en Antequera. Por eso no acudirá a las municipales. Porque los ayuntamientos son secundarios respecto a lo que importa; ganar las generales y echar a la casta. Las prioridades son así, y si hay que calcular el mensaje o mostrarse ambiguo se hará. Todo pasado por la turmix del laboratorio, con la comunicación como prinicipal arma. El share de la televisión más el share de las redes sociales. Una receta perfecta. Con esa receta intentarán, moderando el programa de máximos de las europeas, ganar las generales. ¿Cinismo? Cierto. Pero todo vale contra esta chusma.
Y también vale enterar definitivamente la dolorosa Guerra Civil. Por eso Podemos no saca banderas tricolores ni de La Pasionaria. Estamos en el siglo XXI, abrasados por un mundo ridículamente superficial, y el continente es más importante que el contenido. Por eso había que enterrar la Guerra. Para que el PSOE no siga jugando con parte de sus bases, los hijos o los nietos de los fusilados, a los que acercaba a su interés dosificando homenajes. Podemos se ha dado cuenta que ya no hay dos bandos; derechas e izquierdas. Aquí el pueblo está en el mismo barco; el de los estafados por una gentuza irresponsable. Ni izquierdas ni derechas; programa, programa y programa. Para que a la gente dejen de humillarla; para evitar que se carguen definitivamente educación, sanidad y ayudas sociales; para evitar que a la gente la echen de sus casas los mismos bancos que nosotros mismos hemos rescatado con nuestros impuestos. Aquí hay únicamente dos Españas; los estafados y los crápulas de las élites, que intentan mantener privilegios a base de excusas, porque no puede depurar nada, ya que todos están en el ajo. Si los planes salen bien, el pueblo recuperará el poder y estos miserables morirán por el desagüe del olvido.
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